Esa dulzura que viene a mis labios después de cada corte. Ese minúsculo fulgor rojizo que fluye hacia el suelo, deslizándose por mi brazo. Es excitante ver como la vida te dice adiós sin tapujos y tu le respondes- ¡Hasta nunca!
Otra vez mas elijo el tenedor.
Lo alzo en lo alto, por encima de mi cabeza y lo aferro con fuerza mientras lo hago descender a gran velocidad hasta perforar la barrera que protege mi flujo vital , lo que hace que aun tenga fuerzas para hacer esto.
Esta vez he llegado a una tubería principal, la vida fluye por doquier.
Mi barrera es solo ya una cascara sin vida alguna, inerte, seca.
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